Miremos para donde miremos, parece surgir otro experto que nos indica cómo manejar los niveles de estrés (o tensión nerviosa). ¿Pero se trata de algo tan malo como lo muestran? ¿Podemos realmente liberarnos de la ansiedad y la tensión? William Atkinson, autor de Eliminate Stress from Your Life Forever (AMACOM, 2004), realiza su aporte en la investigación de algunas creencias populares sobre el estrés y cómo éste interviene para bien – o para mal – en el rendimiento laboral.
Mito Nº 1: Ya sé, ya sé, la tensión nerviosa siempre es mala. Si bien el estrés crónico puede ser responsable de una serie de trastornos fisiológicos, que incluyen dolores de cabeza, ataques al corazón y problemas del sistema inmunológico, no todo el estrés es negativo. Existe el estrés positivo, como aquel que puede darle a un corredor el impulso final para llegar a la meta. La clave, sostiene Watkinson, es conocer su propio físico y sus límites. Un poco de ansiedad, ¿nos ayuda para un mejor desempeño en una aparición pública o para cumplir con el plazo de presentación del informe mensual? ¿O el estrés nos deja paralizados y sin palabras? Si mejora el rendimiento, no es malo.
Mito Nº 2: Soy personalidad tipo A y no puedo cambiar mi forma de ser. Si bien hay personas que responden más a las emociones que otras, cualquier tipo de personalidad puede manejar la respuesta al estrés, dice Atkinson. Él plantea que el estrés deriva de nuestra percepción y no es un hecho forzoso e ineludible. Si cambiamos la evaluación que hacemos de una situación, podemos cambiar la forma cómo nuestra mente y nuestro cuerpo responden a los estímulos. Veamos nuestra propia concepción de la situación y si algunos pequeños ajustes pueden reducir los niveles de estrés. Por ejemplo: La clienta simplemente trata de cuidar sus intereses, su intención no es atacarme a mí personalmente.
Mito Nº 3: Gran parte del tiempo no tengo control de la situación, así que no tengo opción: ¡me siento estresado! La posición del vendedor con frecuencia se ubica entre dos grandes fuerzas, los clientes pujan en un sentido y la fábrica en el otro. Probablemente no podamos modificar atrasos en el correo ni exigencias de rebaja de precios por parte de los clientes, pero Atkinson sugiere nuevamente que observemos nuestra percepción de la situación. No se puede controlar toda la situación, pero hay aspectos que se juegan íntegramente en nuestra cancha. Se puede elegir la forma en que se presenta la información a los clientes y cómo manejar los pedidos que ellos realizan. También podemos controlar nuestras propias reacciones. “La falta de control de la situación es una realidad. Estresarse ante esa realidad es una opción que nosotros mismos hacemos”, expresa.
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